
¿Cómo será estar muerto? Dormir en la misma posición durante siglos y más siglos. No hablar con nadie. Estar aislado de todo lo que me rodea bien sea en una lápida o en un panteón. No hablar. No comer. No follar. ¿Y si me incineran? Ya no sería nadie, absolutamente nadie. Me esparciría por el mundo y, a lo mejor , un ágila o una gaviota me comerían. Por no hablar de los gusanos… dicen que cuando morimos se reproducen millones de gusanos que nos devoran sin darnos cuenta. ¡Claro! ¡Estamos muertos!
Estoy comiendo mi última comida. Viendo mi último amanecer. Bebiendo mi última agua mineral. Estoy observando la gente pasar mientras mi enfermedad me consume los últimos retales de vida. Lo he asumido: vida sólo una. He cumplido algunos de mis deseos. Otros quedarán en el olvido de mi memoria y en la de los que me han querido. He amado con vehemencia a tres mujeres. Sus nombres no son importantes. Lo que ha sido importante es que la última mujer me ha correspondido: Ana se llamaba. No sé nada de su vida. Ahora sólo me queda mi soledad y mis últimos segundos. Sólo pido una cosa: que me recuerden con humor, que nadie llore mientras me esparzan por el cielo. La muerte no es algo triste (como la mayoría de los mortales piensan). Es algo que viene. Es algo inherente al ser humano. Venimos y nos vamos. No hay más. Con el tiempo he aprendido algo muy importante: todos nos vamos, no queda nada ni nadie en pié. Por mucho que ahorres, vivas, gastes, aprendas, escribas o pienses todo se va por donde ha venido. La vida es así. No hay más que hablar ni que decir. Sólo pido una cosa: mientras vivamos ser lo más felices que podamos ya que no tenemos 7 vidas como los gatos.
Estoy comiendo mi última comida. Viendo mi último amanecer. Bebiendo mi última agua mineral. Estoy observando la gente pasar mientras mi enfermedad me consume los últimos retales de vida. Lo he asumido: vida sólo una. He cumplido algunos de mis deseos. Otros quedarán en el olvido de mi memoria y en la de los que me han querido. He amado con vehemencia a tres mujeres. Sus nombres no son importantes. Lo que ha sido importante es que la última mujer me ha correspondido: Ana se llamaba. No sé nada de su vida. Ahora sólo me queda mi soledad y mis últimos segundos. Sólo pido una cosa: que me recuerden con humor, que nadie llore mientras me esparzan por el cielo. La muerte no es algo triste (como la mayoría de los mortales piensan). Es algo que viene. Es algo inherente al ser humano. Venimos y nos vamos. No hay más. Con el tiempo he aprendido algo muy importante: todos nos vamos, no queda nada ni nadie en pié. Por mucho que ahorres, vivas, gastes, aprendas, escribas o pienses todo se va por donde ha venido. La vida es así. No hay más que hablar ni que decir. Sólo pido una cosa: mientras vivamos ser lo más felices que podamos ya que no tenemos 7 vidas como los gatos.
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